Todavía se siente el olor fétido proveniente de los restos de una vaca que murió el 7 de mayo, el mismo día en que se informó de la fuga de amoniaco en la planta de urea. La única explicación que encuentra Elena Tapia, su propietaria, es que el animal pereció luego de beber el agua contaminada del arroyo Muñecas, que atraviesa su parcela.
Este animal es el último de al menos 20 reses que murieron desde 2016 a raíz de la contaminación generada por el desecho de residuos de la planta de urea y
amoniaco. La muerte y posterior desaparición de los peces de este arroyo son otra prueba de la contaminación.
Tapia forma parte de la Comunidad 23 de Marzo, vecina al complejo petroquímico. En sus predios, a unos 15 metros del arroyo, se encuentran los restos del animal, y eso le lleva a pensar que su vaca, que le daba más de 7 litros de leche por día, murió luego por beber agua contaminada.
Esta mujer asegura que el problema es recurrente desde 2016, y que provocó la muerte de otras nueve vacas y la desaparición de los peces del riachuelo de donde se alimentaba diariamente.
Lo mismo ocurre con Irma Grájeda, que también sufre las consecuencias de la contaminación del agua del arroyo Muñecas. Ella, que también forma parte de la Comunidad 23 de Marzo, dice que en los últimos dos años ha lamentado la muerte de otras siete vacas, además de la desaparición de los peces que utilizaba como alimento.
“Hay un olor fétido, se siente como a excremento, parece que es de lo que hacen baño y lo botan al agua”, aseveró, a tiempo de mencionar que ni ella ni ninguna madre de familia de la comunidad permiten que sus hijos ingresen al arroyo para evitar enfermedades.
Elena llegó a la comunidad en 1983 y desde entonces dice no haber visto una situación de este tipo. Recuerda que en años anteriores, en medio de su escasez económica, “bajaba” al arroyo para sacar algunos peces para el alimento de ella y sus cinco hijos. Pero esto ya no es posible desde hace dos años, cuando el arroyo empezó a contaminarse y mató a los peces y lagartos que allí habitaban.
“Hasta los suchas (buitre negro) que comieron a esos animales muertos también han muerto. Entonces eso es porque hay contaminación”, dijo.
Aunque Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), a través de un comunicado divulgado el martes, descartó riesgos ambientales en las aguas del arroyo Muñecas, así como en la flora y fauna de la zona, Los Tiempos constató que los pobladores sufren dolores de estómago y diarrea provocados por beber dicha agua. Por ese motivo, ningún comunario utiliza el arroyo para bañarse o lavar ropa, como antes lo hacía.
Además, la misma empresa estatal se vio obligada a reponer algunas cabezas de ganado que murieron en la zona.
Tapia, por la experiencia que tiene como dirigente, también dice estar convencida de que YPFB “quiere hacer ver que todo está bien” al afirmar que no existe contaminación. “Nos ha hecho aparecer como mentirosos”, dijo.
Los pobladores señalan que el coordinador socioambiental de la planta de urea y amoniaco, Abel Condori, demuestra escaso interés e, incluso, evade los reclamos de los comunarios sobre los casos de contaminación. “Él quiere tapar el sol con un dedo. Los que vivimos aquí sufrimos el impacto de esa negatividad en cuanto a lo ambiental. Sufrimos bastante”, relataron.
El contacto con las personas fue complejo porque cuando alguien hace este tipo de denuncias en contra de la planta de urea es tildado de afín a la derecha por los demás miembros del sindicato. Además, es amenazado con procesos por perjudicar la millonaria inversión estatal.
960 millones de dólares es la inversión que se realizó en la planta, sin tomar en cuenta la que se hizo para construir la ferrovía que no se entregó.
RESTRINGEN EL ACCESO A LA PRENSA
Tanto los funcionarios de la planta como las autoridades de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) restringen el acceso de los medios a la planta de urea y amoniaco.
Este medio solicitó en reiteradas oportunidades una visita a la planta, pero no hubo respuestas. El periodista que visitó la zona también intentó conversar con el personal, pero no permitieron su ingreso. La restricción llega al punto de que la Policía evita que se saquen fotos en los exteriores, pese a ser una obra estatal.
Este medio solicitó en reiteradas oportunidades una visita a la planta, pero no hubo respuestas. El periodista que visitó la zona también intentó conversar con el personal, pero no permitieron su ingreso. La restricción llega al punto de que la Policía evita que se saquen fotos en los exteriores, pese a ser una obra estatal.
DIRIGENTES NO INFORMAN A EVO
Hace poco se intentó hacer llegar una carta al presidente Evo Morales durante una de sus visitas al municipio de Entre Ríos para que la máxima autoridad del país conozca la situación de la comunidad, pero la misiva quedó en manos de los dirigentes.
En la zona, la gente teme denunciar por miedo a las represalias.
Hace poco se intentó hacer llegar una carta al presidente Evo Morales durante una de sus visitas al municipio de Entre Ríos para que la máxima autoridad del país conozca la situación de la comunidad, pero la misiva quedó en manos de los dirigentes.
En la zona, la gente teme denunciar por miedo a las represalias.
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