En diciembre del 2023 se llevó a cabo en Dubaí la Cumbre de las Partes por el Cambio Climático (COP) número 28. Una vez más, este evento se marcó por una serie de contradicciones con repercusiones importantes para las comunidades y pueblos más afectados por la crisis climática.
● En primera instancia desde los preparativos, llamaba la atención el lugar Dubai, en el centro de un Estado dedicado a la industria petrolera con perfil monárquico. Un lugar donde resaltan las desigualdades sociales con lujos exuberantes que rinden pleitesía a la acumulación, los más ricos y poderosos.
● Las élites políticas y económicas, principalmente los empresarios petroleros fueron protagonistas de este encuentro.
Los resultados de las discusiones giraron en torno a lo ya demandado por las poblaciones y las condiciones del calentamiento global: transitar fuera de los combustibles fósiles aunque claro, con la presión de los petroleros presentes (más de 2400 representantes) en la misma Cumbre, no se habló de ninguna estrategia para su eliminación, de hecho el jeque petrolero confirmó que sus inversiones no se detendrán.
Una vez más se reiteró la intención de respaldar supuestas soluciones climáticas basadas en amenazas como el hidrógeno verde y la energía nuclear, un nuevo negocio para los magnates.
En la COP28 se acordó “triplicar la capacidad de energía renovable a nivel mundial”, este puede parecer un logro, sin embargo, no se avanzó en el establecimiento de las responsabilidades de los países con respecto de esta apuesta, peor aún, aunque se genera el mandato de aumentar las fuentes de energía renovable, no se exige la eliminación de energía fósil, ni una baja en la emisión de gases de efecto invernadero.
Como mujeres defensoras, como organizaciones en resistencia al extractivismo minero, como comunidades afectadas por el despojo territorial, sabemos que las soluciones no vendrán de estas cumbres. Se ha logrado el reconocimiento de que la crisis climática afecta de forma diferenciada a mujeres y cuerpos feminizados, sin embargo, una vez más las discusiones sobre en el marco de la COP, incluso en la temática de género rondan en la necesidad de recursos para compensaciones, cuando lo que las mujeres y sus comunidades exigen es un alto a la explotación de energía fósil. Una de las preocupaciones más importantes cuyos datos alertan al mundo son las migraciones por causas de la crisis climática.
Es un dato alarmante para nosotras, desde los territorios impactados por la minería, que en esta COP se haya reafirmado la apuesta por la explotación de minerales raros y críticos, y entre otros el caso del litio como una apuesta que falsamente se denomina “minería verde”, como un mecanismo de generación de energías alternativas, cuando en realidad se desnuda el costo social y ecológico que tendrá este tipo de inversiones para nuestros pueblos, para la naturaleza y que el único fin es la acumulación de riqueza en manos de las corporaciones.
Es por eso que reivindicamos que las luchas sociales ambientales y climáticas no pueden ser capturadas por las grandes corporaciones y los estados. Apostamos por las verdaderas soluciones llevadas a cabo y protagonizadas por miles de mujeres campesinas en el resguardo de sus territorios y modos de vida y por una verdadera transición energética que sea justa para las poblaciones vulnerables y para todas las comunidades de este planeta.
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