El año 2020 las mujeres de la Chiquitanía formadas como investigadoras comunitarias junto al Colectivo CASA y con el apoyo del Fondo Apthapi, recogieron los sentires luego de los incendios. Hoy que nuevamente se quema la Amazonia y la Chiquitanía traemos esta realidad con testimonios de las mujeres defensoras.
Desde lo más profundo, reconocemos y honramos la valentía, la resiliencia y la lucha diaria frente a la devastación que enfrentan las mujeres de la Chiquitanía. A pesar de los incendios que han consumido su tierra, su hogar y sus medios de vida, las mujeres siguen luchando, cargando no solo con la responsabilidad de sus familias, sino también con el peso emocional y físico de proteger a sus seres queridos. Es responsabilidad de todos nosotros solidarizarnos y actuar, porque su lucha también es nuestra lucha!
Contexto
La Chiquitanía es una región en Bolivia ubicada entre el Gran Chaco y la Amazonia, en el departamento de Santa Cruz. Este territorio está compuesto por ecosistemas complejos de vegetación frondosa caracterizado por un bosque seco. Debido a la falta de precipitaciones durante largos periodos, esta zona enfrenta serios problemas de sequía y, es decir, un territorio cuya biodiversidad, recursos vitales y comunidades humanas se ven sacrificados en nombre de intereses mercantiles, con la complicidad del Estado. Incendios forestales azotan esta zona y las razones que ocasionaron los incendios no son para nada accidentales. La deforestación legal e ilegal, las condiciones del clima que son cada más extremas con sequías más prolongadas y fuertes, la autorización de chaqueo indiscriminado y el avance de la frontera agricola han intensificado el alcance de los incendios en los últimos años. En los últimos 20 años, alrededor de 8 millones de hectáreas han sido deforestadas en el departamento de Santa Cruz. Entre julio y octubre de 2019, la región sufrió una serie de incendios forestales devastadores, considerado como uno de los más graves desastres ecológicos en los últimos 10 años. Según estudios de la Universidad Mayor de San Andrés de 2019, en Bolivia se han quemado más de 3 millones de hectáreas de bosque Chiquitano y se estima en 5.914.527 el número de mamíferos muertos directamente por el fuego. En 2024 Bolivia otra vez enfrente una grave crisis de incendios forestales. Según la institución Nacional de Reforma Agraria, la superficie quemada en Santa Cruz alcanza a más de 2 millones de hectáreas de superficie quemada.
Frente a esta alarmante situación que se repite año tras año, y esta vez con mayor intensidad queremos visibilizar los sentires de mujeres de la Chiquitanía recogidos en el diagnóstico y publicación "La defensa de la vida entre Llamas", elaborado participativamente con la mujeres de la Chiquitanía, Colectivo CASA con el apoyo del Fondo Apthapi Jopueti.
Para ver la publicación descarga aquí: https://colectivocasa.org.bo/la-defensa-de-la-vida-entre-llamas/
Los incendios en la región agravan las dificultades de las comunidades afectadas en general, sin embargo, afectan de manera particular a las mujeres. Es importante señalar que el impacto de estos desastres es diferenciado por género, ya que en muchos casos son las mujeres quienes permanecen en las comunidades mientras los hombres migran temporal o permanentemente en busca de trabajo. La migración de los esposos e hijos genera una ruptura familiar y comunitaria, dejando toda la responsabilidad familiar en manos de las mujeres, tanto en términos de producción como de reproducción. La subsistencia diara depende de las mujeres, que deben dividir sus tareas tanto en el trabajo en la tierra y cuidado del ganado, como el cuidado del hogar que implica toda la dimensión de los cuidados invisibilizados. Las mujeres, en su gran mayoría indígenas, que habitan estos territorios son en esta instancia los últimos cuerpos que fungen como trinchera para completar la situación de despojo y, por la misma razón las más interesadas en difundir y denunciar esta forma de transgresión y vulneración de los derechos fundamentales de los pueblos y la naturaleza. Sin embargo, en algunos casos, las mujeres también se ven obligadas a buscar empleo temporal fuera de la comunidad, lo que genera una mayor precariedad y las expone a nuevas formas de violencia. Las llamas contaminan ya las escasas fuentes de agua, generando graves consecuencias, tanto para las comunidades cómo para los animales. Debido a los roles de género tradicionales en las comunidades chiquitanias, las mujeres asumen la responsabilidad tanto material como emocional de seguir suministrando agua en medio de la catástrofe ambiental provocada por los incendios. El alto nivel de cenizas deja inutilizable los riachuelos que abastecen a las comunidades, afectando el acceso al agua potable para consumo humano. Por lo tanto, las mujeres deban recorrer largas distancias para acarrear agua en turriles, sobrecargando su trabajo. Las consecuencias de la contaminación del agua no solo afectan el acceso al agua potable para consumo humano, sino que también perjudican otras actividades esenciales para la subsistencia. La contaminación pone en riesgo los cultivos, ya que los huertos familiares dependen de sistemas de riego, y el agua sucia mata a los peces en los atajados. Las llamas destruyen plantas medicinales importantes para el cuidado de la salud, sembradíos y semillas, y queman partes de los pastizales donde se cría el ganado. Los incendios también provocan la muerte de animales domésticos, que son fundamentales para la alimentación de las familias. Además de los animales domésticos, la pérdida de animales silvestres es devastadora, ya que estos cumplen un papel clave en el mantenimiento del ecosistema local. La pérdida de producción y de animales domésticos es un duro golpe para la soberanía alimentaria y la economía familiar de las comunidades chiquitanas. La alimentación, como condición necesaria para mantener la interrelación cuerpo-territorio, se convierte en una preocupación predominante femenina. Esta situación afecta de manera especial a las mujeres ya que son ellas las encargadas de garantizar la alimentación de sus hijos. En este contexto, el vinculo entre la mujer y el territorio es fundamental para el bienestar de la comunidad, dado que la alimentación de sus familias depende directamente de los recursos del entorno. Si lo cultivos de autoconsumo se ven afectados, la capacidad de alimentar a las familias disminuye. Las mujeres no solo deben garantizar el alimento diario, sino que también ven su identidad y la de su comunidad amenazada cuando estos recursos se ven diezmados. Otra grave consecuencia de la contaminación del agua y de los altos niveles tóxicos en el aire es el deterioro de la salud. Las mujeres están más expuestas a enfermedades por la falta de higiene. En la comunidad de San Josema, por ejemplo, ante la falta de agua, las mujeres se ven obligadas a bañarse en la única poza disponible, a pesar de que el agua está contaminada, ya que es la única forma en la que las mujeres pueden satisfacer las necesidades de higiene. Esto ha generado un aumento en infecciones
urinarias. Además, cientos de niños y mujeres se ven obligados a beber agua contaminado por cenizas, provocando alergias, conjuntivitis, infecciones como diarreas, afecciones respiratorios y otros problemas del sistema digestivo. Además de la carga física, las mujeres identifican un dolor profundo al comprender que los incendios no solo han afectado sus hogares físicos, sino también su hogar espiritual: el bosque. Para las comunidades, el ecosistema es más que un espacio vital, es su refugio y fuente de vida. La destrucción del bosque, que es parte intrínseca de su identidad, representa una pérdida emocional inmensa, ya que constituye el sustento de su vida comunitaria y familiar.
A pesar de las condiciones adversas, las mujeres no se conforman con un papel de víctima; se activan inmediatamente para responder de forma colectiva en varias maneras:
- Acciones inmediatas: ayudar a combatir el fuego en sus comunidades tanto como en otras; las mujeres se organizaron en clave de la solidaridad para la alimentación diaria de las familias; las mujeres construyeron manualmente rompe fuegos (caminos para que pase el fuego sin quemar más bosque, ni afectar casas), evitando que el fuego pueda llegar a cualquiera de las casas. En estas circunstancias, la defensa colectiva fue substancial para evitar lamentar daños más letales. El trabajo de comunidad en comunidad, fortaleciendo la dimensión participativa y formativa, se convierte en una de las herramientas más importantes para que los liderazgos sigan posicionando demandas especificas de las mujeres y atendiendo las necesidades que en muchos casos invisibilizados por los liderazgos masculinos.
- Accuden a instancias de autoridades municipales y departamentales para demandar atención, sin dejar de lado la incidencia política. Sin embargo, las mujeres, cuando desean activarse a modo de politización interna, con reuniones, demandando un espacio en la escala de la toma de decisiones, encuentras barreras patriarcales que, incluso en situaciones de emergencia ambiental, se activan para desarticular a la colectividad de mujeres.
- El contar con una organización de mujeres específicamente posibilitó llegar a incidir en cierto niveles de organizaciones para solicitar un apoyo más inmediato, y también buscar alianzas entre organizaciones de mujeres indígenas. Además, demandan un curso para capacitarse como bomberas.
- Apostar a proyectos productivos: el objetivo de las mujeres es restaurar lo que se ha quemado, plantando plantas autóctonas, cogiendo la semilla del bosque para hacer plantones y reforestando, volver a sembrar en los "chacos".
- Una de las lideresas remarca la importancia de llevar las acciones concretas para controlar el incendio hasta instancias de denuncia al marco legal nacional que ha aproado decretos que permiten la deforestación crítica y el chaqueo en zonas con alto riesgo de incendiarse, decretos a los que debemos este desastre ambiental.
- Otro de los ejes de defensa y resistencia de la organización de mujeres chiquitanas, es que ellas sostienen una defensa del bosque como botiquín o farmacia viva, es por eso por lo que estos conocimientos y este vínculo con el territorio fue una de las herramientas más importantes para combatir las afecciones de salud que se sentían como consecuencia del fuego, al notar que la ayuda externa no llegaba.
Seguimos juntas, y en solidaridad con las poblaciones afectadas.