jueves, 11 de diciembre de 2014

MARCHA DE LOS PUEBLOS PONE PRESIÓN EN CUMBRE CLIMÁTICA

PÁGINA SIETE: Una bandera verde de varias cuadras, indígenas de la Amazonia de Perú, Ecuador y Brasil, representantes de comunidades de diversos puntos del planeta, además de grupos de jóvenes, mujeres y ambientalistas, hicieron ayer parte de la multitudinaria marcha de la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático,  en Lima.
Consignas como "defendamos los bosques”, "el agua es un tesoro que vale más que el oro”, "salvemos el planeta, ahora”, fueron coreadas en medio de bailes, bandas, música y algarabía, durante varias horas, por el centro de la capital peruana.
Pero  no todo fue alegría. Si algunos de los ocho millones de peruanos no se habían enterado aún que en estos días su ciudad estaba siendo sede de la reunión más importante del mundo sobre la crisis ambiental que vive la humanidad –la COP 20, que tiene sede en el cuartel general de El Pentagonito–, se percataron de ello a través de la masiva presencia de manifestantes en las calles.

De hecho, si algo se vio reflejado en los medios limeños hasta el mediodía de ayer  no fue tanto el tenor de los reclamos de los miles de indígenas y ambientalistas que clamaban una respuesta al calentamiento global, sino la molestia por el congestionamiento que hizo casi imposible la normal circulación por la ciudad.
Pero,  aunque está claro que para los ciudadanos de las urbes –aún si ya están sufriendo los efectos de la contaminación ambiental y son las que más contribuyen a la misma–, el clima y sus efectos no es una prioridad, la marcha cumplió con el objetivo de mostrar que la preocupación sobre el estado del medio ambiente ya no es un tema únicamente de ecologistas, sino especialmente de pueblos indígenas y comunidades rurales que ven transformadas sus formas de vida a raíz del calentamiento global.
Mientras todavía en la sede oficial de la COP20 se sellan alianzas y se debaten acuerdos que aún no se sabe si aterrizarán en medidas globales concretas, en las calles limeñas se escucharon ayer varias protestas y propuestas.
Las primeras vienen, como se dijo, especialmente de comunidades indígenas y tienen que ver con reclamos sobre la presencia de proyectos mineros o de extracción de hidrocarburos en sus regiones. Así fue notable la presencia de comunarios de Cajamarca, que demandan por la invasión de megaproyectos mineros autorizados por el gobierno de Ollanta Humala que, dicen, están destruyendo la región; o los indígenas de Yasuní, en Ecuador, que han hecho global su pedido de auxilio ante la decisión del gobierno de  Rafael Correa de iniciar la explotación de petróleo en una de las zonas más biodiversas del planeta.
Tampoco faltaron movimientos contra  los alimentos transgénicos, contra el consumo desmedido, o contra la falta de respuestas a los cambios del clima, como las mujeres de la comunidad indígena de Cañares o grupos de mujeres africanas de Etiopía. También se presentaron grupos europeos contrarios a la energía nuclear y fueron numerosas las representaciones de organizaciones bolivianas de Conamaq, CIDOB y a Asamblea de Pueblos Guaraniés (APG), que se hicieron parte del reclamo por el atropello a los derechos de sus pueblos y sus territorios.
En lo que hace a propuestas, diferentes organizaciones ambientalistas de la región, reunidas bajo el eje de la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático, trabajaron en lo que denominan el proyecto de "transición al extractivismo”.
La representante de la Red Peruana por la Globalización con Equidad, Anita Romero, afirma se están discutiendo lo que ella denomina "alternativas al extractivismo” desde diferentes escenarios. "Perú viene a  organizar la COP20 en un momento, yo diría, vergonzoso. Hay muchos retrocesos en Perú en lo que significa medio ambiente, pero una de las propuestas que venimos promoviendo es empezar a hablar sobre el enfoque de transiciones. Estamos luchando por cambio en las leyes y por consensuar con los gobiernos una propuesta alternativa”.
Lo mismo opina Edgardo Lander, sociólogo venezolano y profesor de la Universidad Central de Venezuela, que es, además, asesor de la comisión venezolana que negocia el Área  Libre Comercio de las Américas.
"Es muy importante que se incorpore la noción de transición. Nadie pretende  que de un día a otro haya un decreto que diga que se deja de producir petróleo; eso obviamente no es posible, pero necesariamente tiene que comenzar rápidamente una transición hacia otra forma de producción. Por el camino que vamos, los gobiernos argumentan que primero tienen que profundizar el extractivismo para luego superarlo. Eso no es posible. Primero, porque el extractivismo está destruyendo el planeta, y luego porque una vez que se instala el extractivismo en  una sociedad es irreversible. En Venezuela tenemos 100 años de cultura petrolera. Cambian los gobiernos y tenemos gobiernos de derecha, militares,  revolucionarios y la lógica sigue operando de la misma manera”.
Quedó claro en este contexto que la anunciada presencia de algunos presidentes, como Evo Morales o Rafael Correa, no era propicia, dijo el ambientalista uruguayo  Eduardo Gudynas, también presente en la marcha.

Así, con demandas conocidas, otras nuevas y sobre todo con reclamos a la lentitud y al cálculo político, que a pesar de la emergencia adoptan todavía los gobiernos y las organizaciones en torno al clima, la Marcha de la Cumbre de los Pueblos fue, además de la nota de color, la constatación de que la preocupación por respuesta está trascendiendo los discursos y escritorios.
 "Las mujeres son las que más sufrimos por el cambio del clima. En el sector Illimani, no tenemos vertientes, no se puede sembrar”.
Bertha Guarachi, boliviana
"Somos un grupo pequeño y hemos venido a solidarizarnos con los pueblos para pedir un cambio de sistema”.
 José Octavio Molina, Bolivia
"Venimos con los hermanos de Cajamarca a protestar para desenmascarar la hipocresía del gobierno de Humala, que por un lado organiza una Cumbre del Clima, pero por otro legisla con las transnacionales atentando contra los pueblos”.
Julio Castro, de Tierra y Libertad de Piura.

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